Todo esto se opera desde un sistema de honor; no hay fechas de entrega, ni siquiera un bibliotecario. Si una persona quiere mantener un libro, el aeropuerto solo pide a cambio que provea uno diferente. Y si su primera convocatoria de libros en una indicación, el abastecimiento de libros no debiera ser un problema. El aeropuerto se inundó de más donaciones de las que alguna vez se esperó, incluidas algunas del Presidente de Estonia y la Primera Dama.
Lo mejor de todo, es que cada libro incluye un marcador en el que se les pide a los lectores anotar hacia dónde el libro se está dirigiendo. Lo que significa que, con el tiempo, la librería del aeropuerto, esperemos, estará llena de libros trotamundos que habrán visitado todos los rincones del planeta.
Ya estoy pensando en las combinaciones: The Bluest Eye en India, El Gran Gatsby en China, Huckleberry Finn en
Sudáfrica – las posibilidades son infinitas. Aunque, supongo que las
grandes obras de la literatura estadounidense podrían no ser las más
comunes en los estantes; información del aeropuerto afirma, sin embargo,
que la mayoría de los libros contenidos en la librería están escritos
en estonio, ruso o inglés, así que, ¿Quién sabe? El punto es que en un
mundo que parece pensar cada vez más que los libros de papel y tinta
están muriendo, aquí tenemos una librería completa de libros que están
viajando alrededor del mundo. ¿Jet a Estonia, alguien?
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